De manera muy probable si
hablásemos de "Formación" en vez de "Educación"
reduciríamos el porcentaje de Fracaso Escolar.
Educar siempre está ,y ha estado, en función de algún
aspecto ideológico, "Educar para", y este para, en
el momento actual, tiembla, parece el vacío, pues no se sabe
si educamos para aprobar bachillerato, si educamos para estar parado,
para ser un buen consumidor, o para qué.
Formarse significa adquirir forma, más bien tiene que ver con
el arte, dar forma, introducirse en la forma; evidentemente también
podríamos considerar que contiene elementos ideológicos,
pero en su fin, no en el hecho de ganar forma; sería como la
plastelina, adquiero una forma, después tomo otra, me formo y
me deformo, pero la substancia, la materia persiste, la cualidad de
la materia se mantiene, si bien puede adoptar las formas más
diversas.
En esto debería consistir la función de la Institución
Escolar, en ser el conocedor de la materia y de sus posibilidades; en
cambio gasta y desgasta sus energías en suministrar contenidos
ajenos a la materia infantil.
Si queremos iniciar algún camino hacia el éxito escolar,
deberíamos tomar la infancia, los alumnos, como materia. Es en
este punto donde interviene el arte, no como recurso divertido en los
aprendizajes, sino en su concepción de transforma-ción.
Consideremos un buen artista aquel que domina la materia, aquel que
conoce sus posibilidades y las trabaja, las hace emerger para los demás,
entonces admiramos el artista y su obra.
El maestro, el profesor,
debería ser un artista, debería ser aquél que conoce
la materia infantil para formarla, para convertirla en adulto. Todos
conocemos lo absurdo de algunos aprendizajes y en cambio insistimos
en ellos hasta llevar al alumno al desconcierto y al aburrimiento. Todos
sabemos que cada niño tiene unas posibilidades distintas, en
cambio insistimos en que todos formen la misma figura y sirvan para
lo mismo.
Es en este punto de uniformidad donde empieza a jugar el fracaso escolar.
Rosa
López Calull
Directora de Tangram
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